Haciendo zapping el otro día vi que estaban dando Gremlins en uno de los HBO. Me hubiese sentado a verla pero lamentablemente era bien de mañana, y no había dormido la noche anterior, por lo que mi organismo pedía sueño urgente. Sin embargo, la tengo tan presente en mi memoria desde que la vi por primera vez hace más de 26 años, que fácilmente le puedo dedicar una breve reseña.
Como bien sabrán, un gremlin es una criatura proveniente de la mitología anglo/germana caracterizada por ser horripilante, malévola y destructiva. Se puso de moda durante la Segunda Guerra Mundial cuando los pilotos de la Royal Air Force comentaban acerca de unas monstruosas criaturas que destruían los motores de los aviones en pleno vuelo, lo que explicaba los continuos accidentes que sufrían. ¡Pero que manera tan estúpida la de esos pilotos imbéciles para justificar su ineptitud! ¿Verdad?
El primer libro infantil de Roald Dahl, The Gremlins, publicado en 1943 ayudó también a la popularización de estas legendarias criaturas. Antes de la película de 1984, los "gremlins" ya habían tenido apariciones en el cine: en el hilarante corto Falling Hare; y en el cuarto (y mejor) segmento de la antología Al Filo de La Realidad, dirigido por George Miller.
Entonces aquí viene lo curioso: el título de la película es erróneo ya que no son gremlins lo que vemos en pantalla, sino mogwais (unos demonios en la cultura tradicional china) que serían unas mascotas geniales siempre y cuando se cumplan las reglas fundamentales para su cuidado: no mojarlos, no exponerlos a luces fuertes y sobre todo NO darles de comer después de la medianoche. ¡Tres sencillas reglas que precisamente no son cumplidas por los "inteligentes" personajes de la película!; lo que provoca la ola de muerte y destrucción que hunde al pequeño pueblo de Kingston Falls en el caos.
Gremlins fue concebida (y empezó) como película de terror, pero según cuentan por ahí, algunas de las escenas fueron modificadas (la mamá de Billy ya no sería decapitada; su perro ya no sería asesinado a mordiscos) para que la peli fuese apta para todo público, y por ende más comercial. Por lo menos en ese sentido no se equivocaron: Gremlins recaudó más de 153 millones de dólares en boletería, convirtiéndose en el cuarto hit taquillero del año; nada mal para un filme con un presupuesto relativamente modesto de 11 millones.
Pero quienes deseaban ver un filme de horror con todas las de ley, saldrían decepcionados ante este híbrido de comedia juvenil, movie monster de los 50's y película navideña. Afortunadamente Joe Dante, realizador de la excelente El Aullido, logró una equilibrada dirección actoral e imaginativa puesta en escena, creando buen suspenso en las escenas de tensión y un sentido de la aventura hacia el final de la película. El elenco se manejó correctamente con el carisma de Zach Galligan, la belleza de Phoebe Cates, la obligatoria presencia de Corey Feldman y la impagable actuación del gran Dick Miller. Por supuesto, las criaturas a cargo del genial Chris Walas están logradísimas; y el score de Jerry Goldsmith provee una extraña alegría siniestra a esta cinta ochentera.
En 1990 se estrenó la secuela tardía Gremlins 2: La Nueva Generación que sin duda es superior a la primera en muchos aspectos, pero sin embargo no tendría el factor sorpresa de la original. Hablando de sorpresa, el trailer de la primera Gremlins es estupendo al crear espectativa y misterio sin mostrar de lleno a las criaturitas.
Algo que aprendí al ver esta película (aparte de ponerme mosca cuando todos los artefactos de mi casa empiecen a fallar) es que las navidades (con o sin monstruos) podían ser muy trágicas. Es por eso que escojo a Gremlins como un clásico navideño por excelencia.
Imágenes: WARNER BROS.
Imágenes: WARNER BROS.
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