"Los Simpsons" acaban de lograr otro récord: la serie animada con más de 500 episodios en prime-time. Toda una hazaña hay que reconocerlo. Lástima que para ello sólo hayan tenido que sacrificar la calidad del programa.
"At Long Last Leave" el episodio número 500 (de los 508 exhibidos hasta ahora) fue transmitido en U.S.A. el 19 de febrero de 2012, y en Latinoamérica el pasado 27 de mayo por Canal Fox. Como era de esperar, no tuvo absolutamente nada nuevo que ofrecer en medio de ese círculo vicioso en que se ha convertido su show.
Todo empieza con una alerta de desastre, que no es sino una tapadera para evitar que la familia Simpson asista a una reunión secreta del ayuntamiento, en dónde los parroquianos deciden expulsarlos de Springfield, en represalia por todas las catástrofes causadas por Homero, Bart y el resto de la familia amarilla... travesuras que le han costado montones de dinero a la ciudad. Ya en el exilio, los Simpsons conocen un grupo de marginados, logrando luego adaptarse muy bien a ese nuevo estilo de vida. Mientras tanto, sus otrora vecinos y amigos empiezan a notar su ausencia y por consiguiente a extrañarlos. ¿Acaso los ciudadanos de Springfield darán su brazo a torcer pidiéndoles que regresen? ¿El clan de Homero perdonará a sus paisanos, o definitivamente seguirán con una nueva vida lejos del mundanal ruido para nunca más volver? Y la pregunta más importante: ¿A quién le importa?
Desde el principio el episodio busca captar la nostalgia del televidente con numerosas imágenes del "gag del sofá" a través de los años. Pero pasado esto, todo se desarrolla de la manera más tediosa posible, como si a los guionistas no les importara más divertir a la audiencia y supieran que hagan lo que hagan, igual los seguirán viendo por la eternidad. Continúan los gastados chistes exclusivos para fans del programa (Homero y Marge se disfrazan de Burns y Smithers respectivamente) y la mofa a la religión (el rabino exclamando: "me siento como un niño en navidad"; el reverendo Alegría pidiendo que crucifiquen a Homero y Marge). Ni siquiera el cameo de Julian Assange fue aprovechado para inyectar algo de actualidad al show y terminó siendo sólo un detalle más que se perdió gracias al estancamiento creativo que sufre la serie; estancamiento del que parece no podrá salir.
Una lástima, tomando en cuenta que hasta hace unos cinco años, aún consideraba a The Simpsons la principal razón para tener servicio de cable. Coincidentemente, fue a partir de la poco lograda película realizada para el cine cuando el show paulatinamente fue cayendo en un pozo de repetitivo aburrimiento. Ya deben ser dos temporadas completas en que dejé de seguir esta serie, y si vi este episodio fue para echarle un vistazo a ver como iba todo, confirmando una vez más que lo que antes me divertía hoy sólo produce indiferencia. Y bostezos.
Por fortuna hay más y mejores muñequitos en la tele, lo suficiente como para satisfacer mi hambre de dibujos animados: Beavis & Butthead y Futurama han regresado con nuevos episodios; se anuncia para junio otra temporada de "American Dad" por FX; y actualmente se está exhibiendo la versión animada de "Napoleón Dinamita" que hasta el momento está bastante simpática. En todo caso, yo no suelo complicarme la vida por lo que continuaré viendo los episodios viejos que suelen dar a diario y que me siguen haciendo reir a carcajadas a pesar que me los sé de memoria. Tal vez lo único bueno de las 4 últimas temporadas de Los Simpsons es que le cambiaron su intro por uno más modernizado, ya que de esta manera sé cuando cambiar de canal o apagar la tele. ¡Muchas gracias, señores productores!



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