Mi primer contacto con el cine mudo, si mal no recuerdo, fue durante mi infancia con la serie "El Mundo de Harold Lloyd" (que solían transmitir por ecuavisa) que no era sino una recopilación de los mejores fragmentos de las pelis del entrañable comediante ya que, tengo entendido, él se oponía a que sus largometrajes fuesen exhibidos en la tele. Posteriormente, durante mi adolescencia, asistí a mi primer festival de cine mudo, dirigido por el crítico Jorge Suárez, en donde pude apreciar obras del calibre de "El Nacimiento de una Nación" de D.W. Griffith (quien inventó la gramática del cine), "El Fantasma de la Ópera" (con Lon Chaney, padre), "El Ladrón de Bagdad" con Douglas Fairbanks y "El Cantor de Jazz" que se registra como el primer filme que sincronizó diálogo, abriendo paso a las talkies y por ende, a nuestro cine actual.
Durante los noventas fui cazando poco a poco las más grandes obras de aquella época, como por ejemplo: "El Acorazado Potemkin" de Sergei M. Eizenshtein (en un festival de arte) y "La Quimera del Oro" de Charles Chaplin (en un canal español que tenía señal abierta en ese entonces). Pero gracias a la masificación del DVD en la pasada década, logré ponerme casi al día con los filmes más significativos del cine silente.
Tal vez divagué mucho, pero a lo que quería llegar -y a riesgo de sonar muy antipático- es que el cine mudo no me es ajeno. De hecho, hace unos días volví a ver por enésima vez la maravillosa "The General" con Buster Keaton. Por eso, me dieron mucha emoción los primeros minutos de "El Artista". Sus créditos iniciales, la ridícula película que están contemplando los ingenuos asistentes al cine (A Russian Affair), la presentación en pantalla de la aspirante a estrella Peppy Miller, la delirante fotografía en blanco y negro, la carencia absoluta de diálogos... Su director Michel Hazanavicius ha demostrado ser un gran conocedor del cine de ese tiempo. Jean Dujardin (interpretando al actor George Valentin) y Berenice Bejo (en el papel de Peppy Miller) cumplen con sus difíciles papeles, en los que se nota el haberse calado una gran cantidad de pelis mudas para lograr la exageración y la sencillez de las rudimentarias actuaciones de aquel entonces.
Pero... aquí viene el pero. Conforme pasan los primeros 45 minutos, la sorpresa se disipa un poco, sacando a relucir algunos problemas de ritmo y tornando un poco cansina la experiencia, a pesar de su no muy larga duración (una hora y cuarenta minutos). Dujardin logra salir airoso con su papel, sin embargo nunca me comprometí lo suficiente con su personaje, con su frustación y el dolor de ya no ser más una estrella. Por ejemplo: no sentí mucha lástima cuando subastaban sus pertenencias o, cuando en un ataque de ira, quema su filmoteca. ¿Se justifica la carencia de emociones fuertes por ser un filme silente? No lo creo. Chaplin en "The Kid" me sacó una lágrima; y quien piense que las películas mudas son sólo curiosidades históricas, debería echarle una mirada a "Metrópolis" de Fritz Lang o "Nosferatu" de F.W. Murnau, para comprobar que no importa la época, el auténtico cine transmite emociones y el verdadero arte jamás envejece.
Sin duda, "The Artist" es toda una delicia visual y auditiva. Un valiente (y arriesgado) experimento que merece verse y que servirá de espejo para apreciar en retrospectiva el cine de hace 100 años. Claro que, a pesar de sus 10 nominaciones al óscar, no destronará a "Silent Movie" de Mel Brooks como la mejor peli muda realizada en los últimos cuarenta años.
Imágenes: THE WEINSTEIN COMPANY
Imágenes: THE WEINSTEIN COMPANY
No hay comentarios:
Publicar un comentario